lunes, 26 de septiembre de 2011

Un salto a la existencia



La metáfora siempre será infinitamente más sensual que lo explícito.

Éste es uno de mis favoritos. Espero que sea uno de los suyos, también.






Un salto a la existencia


Convierte el tiempo en fuego
Para trascenderme
Y trascendernos
Déjame ser el sudor
Que se vaporice por tus formas

Déjame atravesar los límites del deseo
Llenar tu frecuencia y tu espacio
Tus albores del olvido

Puedes convertirte en flor
Solidificarte
Osar la cruza de nuestros poros en complicidad
No te fíes de mi fuerza
Sino de mi rostro
No pidas disculpas
Existe sin miedo
Existámonos

No liberes tus temores
Libera tu consciencia
Multiplica los segundos
Y dame un beso

El resto no existe
Ni existirá jamás.

lunes, 19 de septiembre de 2011

Lo inexplicable


No todo parece tener sentido en la vida.

La pregunta es: ¿para qué encontrárselo?









Filosofía llevada a la práctica


Cuando voy a tomar un baño

Y me miro al espejo

Entiendo por qué el pan de hot-dogs se vende de a ocho unidades

Y las salchichas en envases de a cinco.


Cuando en el metro restriego mis ojos

Cae una pestaña y pido un deseo

Entiendo por qué hay niños que mueren de hambre

Y qué justifica la guerra en Irak.


Cuando lamo la tapa de un yogurt

Y encuentro que ella no tiene premio

Comprendo por qué el banco

Me cobró un sobregiro el mes pasado.


Cuando una chica me reconoce y sonríe

Y me invita a un vodka tonic

Caigo en cuenta de que la pintura del techo de mi baño se craquela

Porque cierro la puerta cuando me ducho.


Quizás, si la lógica se mantiene

Puede que los científicos

Mientras investigan la teoría universal de las cuerdas

O la multidivisión de los quarks

Encuentren sin querer la razón de por qué

Las mejores ideas surgen siempre en el baño.



miércoles, 14 de septiembre de 2011

Bondage.





El deseo: esa sensación que nos recuerda, de tiempo en tiempo, que no somos todo lo civilizados que pensábamos ser.

Poema para gritárselo a un amor imposible en medio de una borrachera, solos, en un rincón apartado.

















Bondage


No quiero posesiones:

Quiero poseerte.


No quiero maldiciones:

Quiero maldecirte.


Quiero un dolor

Que no has experimentado


No quiero sobras

De lo que ya hayas vivido


Quiero convertirme en el mejor de tus pretextos

En tu pretérito pluscuamperfecto

Quiero ser la píldora que borre tu memoria

Tu sueño en Technicolor

El frío que no viviste

El miedo que no concebiste

Tu hombre y tu tiempo

Tu alfa y omega


Quiero poseerte.

Quiero maldecirte.


Todo y nunca

Todo y nada

Todo y siempre.

lunes, 5 de septiembre de 2011

La inefable muerte.



Conocer la muerte de una persona joven es algo que te remueve intensamente, te abre la cabeza, te hace pensar cosas que antes no veías.

Si la muerte es un adiós o un hasta luego? A mi parecer, poco importa.










Oda a Henriette


Tú, con la mirada perdida
Yo, con los brazos cruzados
De ese modo
Tan fortuito
Nuestras dos existencias se encontraron.

Las palabras fluyeron pronto
Las caricias vinieron luego
Y las risas, las venias,
la cicatriz y el deseo.

Tenías tantas ganas de vivir, Henriette
Tantas, tantas ganas
No entiendo por qué las olvidaste
Antes de tiempo.

Cómo borrar aquella noche en el teatro callejero
Cuando los encargados casi nos corren a golpes
Por importarnos un rábano
el drama que en escena se desataba:
Nosotros nos reíamos hasta el cansancio.

O cuando caminamos por horas sin detenernos
Decididos a encontrar el pastizal perfecto
Que pudiera sostener nuestro cansancio
Se nos hizo tan tarde buscando
Que una vez que desfallecimos en él
El frío nos regaló la mejor de sus gripes.

Cómo olvidar tu risa tan contagiosa, Henriette
Cómo olvidarla
Cómo obviar el hecho
de que me haces tanta falta.

El tiempo, nuestro tiempo fue tan corto
Comparándolo con la eternidad del olvido
En ocasiones mi mente juega a recrearte
Otra vez ahí,
Con tu sombrero azul celeste
Y tu música marchitando mi oído.

Pero no estás,
no estarás nunca más
Y todavía, Henriette, no puedo concebirlo
Siento que extravié una parte de mí
Aquella que se esfumó en ese volátil adiós
Mientras agitabas tu brazo
Y tu boca reflejaba tu inagotable alegría.

El tiempo se nos hizo ínfimo
Pero no fue nuestra culpa
Cómo habría de saber el cielo
Que mientras compartíamos un par de minutos
El mundo tomaba otro significado.

Ya no intento reemplazarte, Henriette
Créeme que lo intenté durante muchos años
Pero ya me he resignado
A que no pudiste volver a la vida
como una flor de seis colores
A pesar de haberlo deseado
Aunque de vez en cuando
de todas formas
Miro de reojo los jardines del tiempo
Quién sabe, sólo por si acaso.

Eres mi ejemplo de lo efímera que es la vida
Eres la sonrisa con la que nunca me volveré a contagiar
Eres la paz que nunca alcancé a descifrar
Eres la sangre que no brota de ninguna herida.

Y no sé si en algún otro universo
volveremos a encontrarnos
Y aunque así fuera
dudo que recordases mi nombre o mi rostro

No importa, querida Henriette
Porque desde el día en que dejaste este mundo
Vives en mí
Respiras por mí
Fluyes en mí
Tal como ambos acordamos.